![]() El último Borbón. Ucronía Colección 2999. Nº: 6 Ediciones Irreverentes invitó
a destacados autores de ciencia ficción y a otros más
dados a la sátira, a imaginar que el actual rey de España,
Juan Carlos de Borbón, es el último Borbón
de la historia de España. En estas páginas están
las consecuencias. |


Tienes toda la información sobre este libro
y los Borbones que lo han inspirado en el blog: www.elultimoborbon.blogspot.com
El último Borbón, antología de Ediciones Irreverentes
Los Borbones en pelota. Isabel II de Borbón, la ninfómana
Los Borbones: ninfomanía, priapismo, pornografía
Alfonso XIII de Borbón y el golpe de Estado de Primo de Rivera
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Blindaje a la Casa Real: El Gobierno concede a la reina y los príncipes
el privilegio judicial de ser aforados
Juan Carlos de Borbón, El rey de Franco que desplazó a
su padre
Juan Carlos de Borbón y el golpe de Estado del 23-F
El rey Juan Carlos I traicionó al pueblo saharaui en 1975. Artículo
de Amadeo Martínez Inglés

Del prólogo Una antología ácida con los Borbones (Francisco José Peña)
Todo comenzó con el pobre Carlos II, a
quién un guasón madrileño,
como casi siempre, motejó con el sobrenombre
de el Hechizado. El buen hombre, digno representante
de una estirpe endogámica, se fue de este
valle de lágrimas el 1 de noviembre de
1700 con la misma poca importancia con la que
había pasado por el Trono. Y la cosa se
lió parda: el zorro viejo que fue Luis
XIV, desde Versalles vio una factible colocación
para su nieto Felipe de Anjou y, hete aquí,
se nos vinieron los Borbón Anjou a vivir
a España después de una larga guerra
y de una paz, la de Utrecht (1713), en la que
perdimos Menorca y Gibraltar. La primera, como
se sabe, es una isla hermosa en donde si nos da
la gana podemos pegarnos un buen baño,
conocer gente y bailar bajo las mezclas de un
moderno Dj, pero con Gibraltar... ¡Ay, Gibraltar!
Como iba reflexionando, los señores Borbón
¾que no bourbon¾, con aquellas caras
tan poco agraciadas; con su querencia desenfrenada
a la caza de todo lo que se moviese; con su derecho
de pernada sobre toda dama, damisela, moza o mozuela
que se le pusiese por delante; con su manía
de meterse en todo lo que, políticamente,
podían hacer mejor otros, se nos instalaron
aquí y, bueno, así como al principio
la cosa iba bien con la Ilustración y demás
ideas afrancesadas del tipo Real Academia de la
Lengua, Real Academia de la Historia; que si el
Diccionario, que si la Ortografía
Pero Felipe V perdió la cabeza y hasta
se ubicaba junto a los tapices que representaban
caballos y los galopaba dando saltos, cual chiquillo
en edad menuda, para flipe de sus servidores,
que tenían que aguantarle que les lanzara
sus excrementos cuando le venía al monarca
en su real gana.
Tuvimos la ocasión de enderezarnos algo
con Fernando VI, pero duró poco y también
sufrió de Alzhéimer; le sucedió
su hermano, Carlos III, con una madre malísima
en la línea de la madrastra de Blancanieves,
pero tampoco la cosa le fue del todo bien porque
la oportunidad que supuso el gobierno de Esquilache
la tiró por la borda. Del hijo y del nieto
de este mejor ni hablar; el Deseado le llamaban
a Fernando VII "me parto, pues no sé
por quién, pues hasta los que luego fueron
los carlistas no lo podían ni ver".
La niña Isabel II se ocupó mucho
más del catre que de España y (Seguir
leyendo en el libro)